domingo, 2 de enero de 2011

Cybersex




El plato de la cena a un lado. Las 4 y media de la mañana  y el sueño me puede, pero la computadora me puede más, internet y su puerta abierta a un mundo infinito de realidades no tan reales, a un mundo de sabiduría y fantasías. De fondo suena Mick Shager con Party Doll, y el sensual teclado de fondo.  Abro una nueva pestaña, lo primero que aparece, en un molesto primer plano, es una chica sensual semidesnuda haciéndome una invitación: “Hola lindo, te gustaría platicar conmigo?” o algo por el estilo reza el cartel, y no hay cruz que lo cierre, como si me obligaran a entrar por una puerta, que saben, es sin salida. Entro: Complete el formulario por favor y a continuación elija con que tarjeta abonar el servicio.




Sí, el mundo se volvió loco, pagar por ver un video porno. Loco por dos simples razones, la primera que es la obvia,  videos de esa tipología sobran en internet, no hay más que utilizar San Google. La segunda y menos obvia, aceptada incluso socialmente, es el hecho de excitarse virtualmente, como si el ser humano no tuviese, o perdiese ya la capacidad de relacionarse íntimamente en todos los aspectos. Es que ahora las relaciones son en parte virtuales en parte no, ahora es un “Me fijo si está buena por Fb., luego me la chamullo por MSN, es más fácil, después de todo, somos anónimos; si me va mal cierro ventana y listo, no nos vemos nunca más, en cambio, la recompensa es buena, si me va bien, podemos concretar y me como tremendo bombón” y pienso… ¿En qué se convirtió la sociedad? En una realidad virtual: Real, porque sucede en un tiempo verdadero presente y existente; Virtual, porque se logra a través de un medio ficticio, efímero también, fácil y hasta un cierto punto absurdo…  La humanidad va camino a convertirse en su peor representación, camino a un punto sin retorno, con un futuro volátil y peligroso, sucio y mentiroso también, frágil en su estructura. Y todas las ramificaciones naturales salen a mi encuentro, que la evolución artificial, la modificación de genes y hasta la creación de tecno humanos. Pero ese no era el plato principal que pensaba engullir con ganas; a lo que iba en realidad es que la sociedad llegó a un extremo tan peligroso y absurdo como tener sexo cibernético, sí, con cámaras webs en el que los cibernautas se auto complacen en tiempo real. No digo que esté mal, cada cual hace de su culo un jardín si quiere; pero si digo peligroso, porque se va perdiendo poco a poco el hecho evolutivo, la parte esa tan difícil de encarar con coraje, de usar todas las herramientas disponibles para conseguir pareja sin etiqueta. Ahora es todo mucho más simple: Enciendo el monitor, me excito, excito también,  me aburrí, pulso el botón de apagado, no tengo que dar ni explicaciones ni tampoco tengo q inventar un dolor de cabeza.
Como siempre, todo nos deviene en comodidad, ya ni siquiera la sexualidad se salva.